Hace algunos días Constantino Carvallo dejó de acompañarnos, pues esa triste expresión de que los buenos se van temprano parece convencernos.
Contra viento y marea, Constantino Carvallo fue, es y seguirá siendo un paradigma de lo que debe ser un nuevo maestro, para la compleja sociedad de estos días, que tiene contradicciones profundas. Entendió que muchos modelos de aprendizaje deben ser dejados de lado, porque lo importante es la realización de cada ser humano. La felicidad debe ser alcanzada, a partir del desarrollo máximo de cada persona. La inteligencia sin sensibilidad y espíritu de colaboración no es suficiente. Hay que liberar a cada uno de sus limitaciones heredadas, de sus complejos, para la realización de todas sus facultades, hasta hacerlo genial y trascendente, único en suma y feliz entre todos, cooperando con todos. La libertad es un valor esencial en el desarrollo de la mujer y del hombre, junto a los valores de la solidaridad y el bien común.
Constantino aprendió con sencillez y humildad cada día de sus treinta años al mando del Colegio Los Reyes Rojos, a la vez que sus alumnos aprendieron de él. Un cristalino testimonio es el libro Diario educar, en el que luce su bagaje de lecturas y conocimientos y, esencialmente, lo que fue una tarea docente altamente sensible, emocional, llevada con amor a todos y a cada uno de los alumnos y, como extensión, a la sociedad peruana.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario